La enfermedad vista desde la Antropología

Desde las premisas antropológicas sobre la noción de enfermedad debe tenerse muy en cuenta, que algunas de ellas son, en algunos momentos difícil de entender. Sin embargo se destaca que estas nociones están orientadas epistémicamente a lo que el antropólogo, en específico, en la rama de la antropología social y cultural y hasta la misma etnología, proyecta un interpretación del grupo sobre el proceso de la enfermedad. El impacto que este mismo fenómeno genera dentro de la sociedad humana, en la estructura social y hasta en la misma cultura en la cual se sumerge, refleja la referencia e incluso adición de los constructos que los grupos humanos conceptualizan sobre la enfermedad, y al mismo tiempo se hace objeto de sus categorizaciones. “Desde una perspectiva antropológica, la enfermedad, la salud, la aflicción y la muerte se entienden como fenómenos dependientes de la cultura y de la vida social.” (Martínez Hernáez, A. 2008).

Es evidente que la postura epistémica del antropólogo es muy diferente a la que concibe el profesional de la salud, esto se entiende porque el antropólogo no tienen ningún tipo de rol terapéutico, a excepción de algunos casos donde los médicos, odontólogos y enfermeros con conocimientos posterior a su formación base biomédica, ejercen su profesión con pinceladas antropológicas, esto se considera en una primera instancia como “antropología médica aplicada”.

Por esto mismo la enfermedad es considerada como un hecho transcendental para acercarse a la comprensión del ser humano a la naturaleza, que connota dos dimensiones, la misma biológica y la cultural del mal. De esta manera llega a considerarse como un fenómeno que permite constantemente el paso de lo biológico a lo sociocultural, los grupos humanos una vez identificado el mal o la enfermedad lo vuelve social cuando lo transmite. ”En tal sentido, la enfermedad asumida así como fenómeno individual y social, implica que el individuo enfermo debe ser reconocido socialmente como tal, en un primer momento comunica de su enfermedad a los otros y en un segundo momento demanda el tratamiento de la enfermedad”. (Pirona, M. 2001).

En el estudio de las ciencias antropológicas este binomio enfermedad/salud está presente como una problemática que se debe abordar y que tienen relaciones estrechas la una con la otra. “En primer lugar porque es el grupo social quien reconoce al individuo como sano o como enfermo. [...] En segundo lugar porque las enfermedades no se distribuyen de una manera uniforme y aleatoria de una sociedad a la otra, sino que su incidencia está relacionada con la estructura social y todo el sistema sociocultural”. (García, N. 1996).

Claramente las representaciones en el proceso enfermedad/salud están en una primera instancia desde lo individual, expresa su estado de bienestar o malestar, asumidas primero para él, y segundo expresándolo a los miembros cercanos de su grupo social. Es aquí en donde juega un papel de reconocimiento de las enfermedades desde lo individual a lo colectivo.

Para Cabrera (2008) estudiar la enfermedad desde lo antropológica, implica el escudriñar lo que socioculturalmente el grupo concibe como salud o ausencia de la enfermedad. El proceso salud/enfermedad, en la construcción de las representaciones, se identifica en primera instancia lo enfermo.

Sobre ella se conciben y construyen diversas prácticas para atacarlas y prevenirlas. Los grupos humanos clasifican la enfermedad de acuerdo a:
1. Origen de la enfermedad: Agentes externos e internos tanto del cuerpo, como del grupo que la causan, la estructura social, patrones morales, ambiente, divinidades y alimentos.

2. Localización de la enfermedad en el cuerpo: Grado de afección, tiempo en curar, progresión de la enfermedad, limitaciones de realizar actividades cotidianas, aislamiento, uso inapropiado del cuerpo.

La construcción de la enfermedad define posteriormente la salud o la no enfermedad, en términos más entendibles, dependiendo cómo el grupo concibe el origen del mal o la enfermedad desarrolla y pone en práctica diversas maniobras para alejarla. Muy particular está el ejemplo que se aporta desde las investigaciones muy personales de quien es el autor de este documento, cuando en trabajo de campo, haciendo ejercicio de la odontología con la antropología aplicada, un informante manifiesta que “La enfermedad es un soplo de un espíritu malo, y ese soplo malo hay que sacarlo soplando con tabaco y chupándolo con la boca…” (Francisco Rodríguez, 2008).

En los grupos indígenas la enfermedad es reconocida en dos campos:

1. El primero como causa de males impuestos donde las divinidades perturban a las personas y por ende dificultan las actividades cotidianas. La mayoría de los males impuestos son con la intención de causar la muerte de la persona o del grupo.

2. El segundo es causada por la alteración del ecosistema, donde las mismas divinidades actúan contra el ser humano neutralizando las actividades del cotidiano y así darle espacio a la recuperación del estado ecológico del inicio.


Esta es concebida por el grupo como un hecho donde la naturaleza decide sobre las vidas. El reconocimiento del estado natural del cuerpo está dado primero por el sentir de la enfermedad. Se crea la representación y la asociación de la enfermedad con el mal. Esto se puede comprender más fácilmente, puesto que la “salud” en las lenguas amerindias y en específico de los grupos indígenas de Venezuela, como término no existe , hay una asociación de “no enfermedad”, de esta manera podemos entender que los grupos indígenas determinan su estado de bienestar, a partir los factores determinantes de la enfermedad cumpliendo dos pasos: 

  • Reconocimiento desde lo individual, transmitiendo al grupo su estado de malestar. Solo lo siente el individuo. 
  • Construcción de la representación sobre el mal y transmisión de los rasgos de bienestar y/o malestar. El grupo asocia signos entre enfermedades.

No hay un método específico para trabajar en el campo de la etnomedicina, de la misma antropología de la enfermedad y de la salud. Con el presente discurso de la enfermedad se paseará entonces en el imaginario, para definir la profundidad de su origen, concepciones, definiciones, relaciones y en algunos casos agentes causales. Es acá donde el aporte del antropólogo es más aproximado a lo real de cada grupo, que la propia definición finita de este proceso. “El método funcional de interpretación descansa en la suposición de que una cultura es un sistema estructurado.” (Radcliffe-Brown. A.R. 1975).

La enfermedad es un fenómeno de carácter multidimensional, como pasa en todos los fenómenos humanos, tejen entre todos esa realidad antropológica imposible de conocer en forma simple, imposible de reducir hasta llegar a una forma simple, con leyes simples y unidimensionales.

Los aportes tecnocientíficos a la medicina y la misma curación de la enfermedad, ha creado una seria confrontación entre la atención del tratante y el tratado, es acá donde aun así, hay menos enfermedades, pero hay más enfermos. La realidad de esta situación radica en que “Hay más enfermos porque ha crecido desmesuradamente el número de los ‘falsos enfermos’, englobados bajo la común etiqueta de neuróticos […] no solamente a quienes claramente lo son, sino también a una multitud de padecimientos mal diagnosticados, no diagnosticados, o no diagnosticados en un momento de su evolución…” (Tarnopolsky, S. 1994).

La tecnociencia puede ser verdadera en sus datos, los cuales en lo real, son verificables, pero al mismo tiempo esto no significa que lo sean en la teoría. En cuanto al principio de complejidad, se funda también sobre la necesidad de distinguir y analizar, pero procura también establecer la comunicación entre lo que es diferente, tales como el objeto y su medio ambiente, la cosa observada y su observador. El antropólogo para reconocer e identificar el proceso salud enfermedad, necesita afinar mucho su ojo, pues la observación sobre el fenómeno es lo que dará la caracterización desde lo extraño, la descripción y el posterior análisis, claro está, sin hacer peso al etnocentrismo del investigador en su campo, como lo mantiene Malinonowski (1948).

Finalizando el tratado del binomio salud/enfermedad, es la misma biomedicina la que llega a reconocer el papel mediador de los factores socioculturales de la enfermedad, sin embargo, no son tomados en cuenta en algunos casos para hacer una prevención más exacta, erradicación de enfermedades y programas de inmunización que se llevan a cabo por algunas políticas públicas en salud. Esto se debe a que es la misma cultura o sistema sociocultural no es citado para tales fines “… puede interpretarse que aquí la cultura guarda una posición secundaria o de simple predisposición.” (Martínez Hernáez, A. 2008).

La construcción social de la enfermedad requiere, por lo general, poca atención, puesto que está vinculada a las posiciones anticientíficas, creencias y en algunos extremos como la ignorancia de ese hecho, aun mucho más que reconocerla como un proceso que afecte a procesos de la enfermedad tan importante como el curso, el pronóstico y el mismo tratamiento.

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